martes, 1 de julio de 2008

Perfil bajo, que es mejor que te subestimen

Tengo un conocido que trabaja en una compañía a la que se acaba de incorporar un jefe (director).

Hasta ahí bien.

El problema empieza pronto, ya que desde el momento de su entrada (la del nuevo director) no ha hecho más que "vociferar" sus enormes cualidades, su red de contactos y su capacidad para conseguir muchas cosas. Me lo imagino dándole al bombo y al platillo mientras cruza el pasillo. Conozco a alguno así. Seguro que le brillan sus blanqueados dientes.

Además, inversamente proporcional a su autobombo ha sido su preocupación por los empleados de la compañía (y la superficie de su materia gris, me imagino).

Dos de dos.

En definitiva, con una mano genera graaaaaandes (tantas "aes" hacen esta palabra casi onomatopéyica) expectativas y con la otra sacude a quien le puede ayudar.

Llegados a este punto, no puedo hacer otra cosa que recordar a mi admirado Mario Puzzo, quien en El Padrino describe continuamente y con mucho tino la necesidad de la subestima para la supervivencia. Las demostraciones de fuerza sólo por la vía de los hechos consumados.

A las personas inteligentes se les descubre por lo que callan.

Exponerse tanto y generar mucho ruido es un claro síntoma de debilidad y eso nuestro instinto animal lo percibe.

Total, que mi amigo tiene un jefe que se ha pegado un tiro en el pié nada más entrar por la puerta. Por la puerta grande.

Será interesante ver cuánto dura. Yo ya me callo.

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