jueves, 21 de febrero de 2013

1 de diciembre de 2012

Acabo de pasar un rato en la habitación que mi madre ocupó los últimos meses de su vida. He sentido un pequeño escalofrío que me ha hecho rememorar la infinidad de sensaciones que una enfermedad como la suya te obliga a pasar.

Y me ha salido de dentro escribirlo aquí por ser ella la principal seguidora de este blog.

Es mas, dejé de escribir por su enfermedad, no podía volcar mis sentimientos por miedo a que ella lo leyese.

Han pasado ya casi tres meses desde el puto uno de diciembre pasado. Ahora mi principal sentimiento es de orgullo por el legado que ella nos dejó, sin duda si todas las personas que habitan este mundo fuesen la mitad de bienintencionadas que ella, este sería un lugar infinitamente mejor donde existir.

Pero todavía el alma se me encoge al recordar tantísimos malos momentos que pasó.

Ese sábado uno de diciembre yo le llevé por la mañana un dibujo que había coloreado Martina para su abuela Neli. Al verla entendí que algo había empeorado. Llego Daniela un rato después y nos costó un rato asumir lo evidente. Ya nunca la volvería a ver. Por la tarde fue Raquel al hospital, le pregunté un par de veces cómo iba todo por allí y sin dar muchos detalles me dijo que bien.

Yo empezaba a dar de cenar a Jimena y Martina cuando Raquel regresó. Me dijo que mi madre acababa de fallecer. Era el final de un camino que recorrimos juntos.

Nunca me he sentido solo en ese camino. No voy a listar a todos los que han puesto interés en ayudarla, pero si me voy a dar dos gustazos.

El primero es dar mi eterna gratitud a Daniela, que siempre a puesto un poco mas de esfuerzo del que humanamente podía. Su cariño ha sido muy importante para mi madre y para mi. Muchas gracias de todo corazón.

El segundo es para la raza y el coraje infinito de Raquel. La paciencia y la humanidad que ha demostrado en cada uno de los instantes que mi madre ha estado enferma están al alcance solo de personas realmente excepcionales, como lo es ella. Puedo intentar transmitirlo con adjetivos estériles pero no me es posible. Me siento la persona mas afortunada que existe por tenerla tan cerca y por ser la madre de mis hijas, tener un referente así solo puede ser bueno.

Gracias Raquel, como hijo de mi madre solo puedo agradecerte para siempre tus inacabables detalles de amor hacia ella. Tu sola hiciste que sus últimos meses fueran un poquito mejores.

¿Y qué mas puedo decir?, que todo lo que en este blog está escrito queda dedicado a ti, mamá.

Siento no haber podido ayudarte mas  y siempre me quedaré con tu sonrisa y tu gratitud, que mantuviste hasta el último momento.

El último fin de semana que pasamos en tu León del alma siempre será nuestro. No lo olvidaré jamás.

Te quiero. Te quiero mucho.

Alex