miércoles, 29 de febrero de 2012

La ardilla

Llego a casa. Es la hora de comer y a pesar del siempre viscoso componente "prisa", hoy llego con el entusiasmo de que Martina estará jugando en el salón, porque no ha podido ir a la guardería.

Después de pintar un rato y contarme lo que ha hecho por la mañana, le toca siesta acompañada del consiguiente cuento. Caperucita no perdona.

Al salir de su habitación me he tropezado con un muñeco de una ardilla que estaba colocado en un sitio "extraño", junto a la puerta de la cocina.

Pronto he comprendido la razón: la ardilla estaba castigada.

Y es que Martina debe estar algo molesta con ella, porque ayer vino una ardilla para llevarse sus chupetes y claro... Eso no se hace.

Ahora su "venganza" pone una sonrisa a este tarde de febrero