Dicen los que entienden que es más peligroso comer mal que fumar. Otros que también entienden de estas cosas dan fórmulas diferentes.
Lo que parece innegable es que la alimentación es base para mantener una calidad de vida saludable
Tanto es así, que proponen Ferrá Adriá y un tal Valentín Fuster (cardiólogo) que se imparta una asignatura de alimentación en las escuelas. ¡¡Me parece bien!!. Pero se me ocurre alguna salvedad importante:
- ¿Pueden asistir los "estrés-papás" a las clases?. Sin su inestimable contribución no hacemos nada. No vaya a ser que la educación culinaria falle desde el hogar, "dulce" e hipercalórico hogar.
- Supongo que a parte de la teoría (aburrida y susceptible de olvido inmediato, medible en nanosegundos) habrá práctica, ¿no?; ¿dónde?, ¿instalarán cocinas, despensas, etc... en las aulas?, ¿el profe de mates debe aprender a cortar zanahorias en juliana?. Ya se que no son clases de cocina, pero sin saborear las mieles de la buena alimentación estaríamos sembrando en campo quemado
- Para los más listos de la clase, ¿habrá una beca de tiempo para que papá y mamá dispongan de él y no tengan que acudir a la socorrida sección de congelados?. Al menos que cuenten con el tiempo de explicar al niño que el tomate frito con dibujitos de la tele es mucho peor que el que puede hacer papá en casa. Esa convicción lleva sudor, tiempo y alguna lágrima. Justo lo que no tenemos.
Dignísima iniciativa, aunque quizás algo quijotesca, los molinos son demasiado grandes.
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