martes, 29 de septiembre de 2009

Sí, señor Bassat

Que el personaje (sí, personaje) era engreído ya lo sabíamos, basta con leer algunos de sus libritos y ver como se golpea el pecho al mejor estilo orangután en celo.

Pero ver su capacidad de endiosamiento televisivo me ha resultado ruborizante, me ha dado vergüenza ajena.

Esa megalómana recepción atendida por una muy mona y servil secretaria que atiende a las llamadas de su vigorizante jefazo con un "sí señor", "enseguida, señor". Ese despacho acristalado, de dimensión taurina donde, por supuesto él es el que más grande la tiene (la silla), el último en llegar y el que da y quita méritos según su bíblica potestad. Esa dogmática forma de dirigirse a "sus colaboradores", con la medida justa de frialdad que una persona como él debe demostrar para que le teman de verdad.

Todo eso resulta presuntuoso y pelín repugnante. Ese toque de lujo artificial, ese aire inaccesible del que ya ha vuelto de todas las batallas, del vencedor, del sabelotodo, de la pergunta altiva, del que manda a reflexionar porque él ya lo tiene muy claro...

¿Aprendiz?, sí, de lo que no hay que hacer. Supongo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo mejor de todo fue ver a los figurines que quieren ser aprendices, con unas maneras de estrellitas en ciernes.

Tristemente, el más honesto reconoció que se había equivocado vendiendo bajo coste y lo largaron: fue lo más emocionante del programa.

El siguiente no me lo pierdo, que se van a empezar a tirar los trastos a la cabeza, como si fueran jefazos visionarios al mando de una multinacional :)

Alex Mariño dijo...

Casualidades del destino, mañana tengo una reunión con el susodicho Lluis Bassat... ya contaré mi impresión