lunes, 30 de marzo de 2009

Vivan los novios

Las tradiciones miran a los ojos de la "sociedad moderna" y tiemblan de miedo. La última que he escuchado es que la ley de costas y los tradicionales "chiringuitos playeros" no se llevan bien y andan a la gresca. Nos pega.

El esfuerzo por mantener las tradiciones nos enraiza con nuestra historia y antepasados, lo que pasa es que si la tradición es una horterada, joder, no vale la pena.

Vestirse con trajes típicos y cantar y bailar canciones regionales es muy honroso, pero de ahí a tirar una cabra por un campanario...

Entre todas las horteradas casposas, la medalla de oro se la llevan las bodas "de salones climatizados", ahora ampliadas a comuniones, bautizos, etc... Vaya aburrimiento de sucesión de tópicos sin solución de continuidad. Se que generalizo, pero es que en general es así.

Entre la sonrisa forzada del novio, el "floripondio" en el pelo de la cuñada, la cara de "tacón insufrible" de la prima, la guapura de la novia, el histrionismo de su madre, la pepona de la sobrinita, el llanto del nieto que vuela de brazo en brazo, el frío de la suegra, el cansancio de la abuela, los cánticos alcohólicos de los amigotes, la espada que corta la tarta y el "a ver si me cae el ramo" de las amigas, eso no hay quien lo soporte. Es una parada de personajes desubicados donde todo es excesivo.

Lo respeto profundamente, pero compartir ese sentimiento me cuesta. El costumbrismo rabioso apesta a naftalina y no se muy bien qué pinto ahí. Sólo la posible cercanía emocional con los "casaderos" enmienda la plana, pero este cuadro pintado sobre lienzo lejano se me hace absurdo y surrealista, aunque así visto también tiene su puntito.

Gracias a Dios muchos han entendido y me han excusado la ausencia, se lo agradezco, es un ejercicio de mutuo entendimiento que les honra.

Respeto tanto las bodas que hasta podría respetar la mía, qué ironía.




P.D.: No me caso, no.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué poco te queda!

Torres más altas han caído.
Al fin y al cabo casi pertenece al circulo natural de la vida y yo si te digo la verdad tras la experiencia no me arrepiento.

Alex Mariño dijo...

Lo sabía, sabía que esto iba a salir, jajajajaja.

No descreo del matrimonio, que conste, se me hacen insufribles las bodas, que es distinto.

Alex Mariño dijo...

Extracto de la columna de hoy de McCoy, de El Confidencial.

A propósito de este post y del de "cuando la probreza entra por la puerta..."

Uno de los efectos de las Gran Depresión que siguió al Crash bursátil de 1929 fue la sustancial reducción de las rupturas matrimoniales y la recuperación de la familia como elemento integrador de la sociedad. Se dejó de mirar hacia afuera, a la ilusión de riqueza colectiva que ponía los bienes por encima de las personas, y se volvió a cuidar lo cercano, lo inmediato, lo estable. Se hizo de la necesidad, virtud. Y, de hecho, se recuperó el ámbito familiar como escuela de valores, como lugar en el que poner en práctica todos aquellos conceptos cuyo verdadero significado nos hemos empeñado en desvirtuar en los últimos años: la disciplina, el sacrificio común, el esfuerzo comunitario, la solidaridad mutua, la libertad y sus límites, la importancia de las pequeñas conquistas… Triunfó lo colectivo sobre lo individual. De hecho, se iniciaría en Estados Unidos un proceso de involución hacia principios tradicionales que fueron, entre otros factores por supuesto, los que permitieron al país salir del hoyo en el que estaba. Una dinámica que nos conviene recuperar.

Elemento esencial de la institución familiar es el matrimonio. Una unión, la conyugal, que está viviendo una crisis sin precedentes por una multitud de causas que no vienen ahora al caso. Pero que, si es bien avenido, sigue siendo fuente de estabilidad afectiva, de riqueza emocional y de comunión espiritual.

Anónimo dijo...

jajajaja!!! pues a mi me queda muy poquito....eso si, lo de la tarta me parece que va a ser que no!!!
un beso fuerte!!!

Arantxa