lunes, 25 de agosto de 2008

Verano, hemorragia de bienestar

Lo debemos llevar escrito en algún sitio y la historia se ha empeñado en ahondar en ello. La tendencia humana a atiborrarse es innegociable. Seguro que cuenta con alguna razón antropológica. Hasta hace poco, en el caso español, era una necesidad, así lo exigía, por ejemplo, el "famoso 41", la posguerra fue muy dura.

Y es que guardamos para el verano casi todo lo bueno que te puede pasar en la vida: vacaciones, descanso, ligoteo, visitas, terrazas, deportes al aire libre, paseos, playa, fiestas populares, piel morena, Juegos Olímpicos, lectura... Toda una hemorragia de buenas sensaciones. Eso sí, todas juntas a la vez, para que nos atragantemos.

La otra cara de la moneda es el índice de divorcios post-veraniegos, ver a la vida en minifalda es lo que tiene. Ahora con tanta crisis descenderá, entre otras cosas porque al verano le han salido michelines y está más blanquito y para eso me quedo con lo que tengo. En muchos casos decidimos por comparación, no por convicción.

Estoy deseando ver las nuevas propuestas de coleccionables para la nueva temporada otoño - invierno. Igual en vez de dedales nos ofrecen bonos del tesoro por entregas. Por aquello de hacer patria en momentos difíciles.

Parece que nos espera una mala vuelta. Un dato demoledor: en julio ha caído un 15% la venta de carburantes (respecto a julio de 2007). Menos desplazamientos, menos turistas, menor gasto... nuestra principal industria también sufre.

Septiembre va a dar un bofetón a agosto. Del bronceado de piel al amarillo macilento, de la terraza con camarero sonriente al salón con Solbes el la "tele" dando malas noticias.



Por mi parte, "mirada al frente, paso corto y mala leche". En plan marcial. Ni me creo que antes todo era fantástico ni que ahora estamos a las puertas del averno. La marcha de la economía se basa en gran medida en la gestión de expectativas y con ello hay quien gana mucho dinero. Yo a lo mío.

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