jueves, 15 de octubre de 2009

Empresa y sociedad

La relación de la empresa con la sociedad es un debate muy abierto digno de premio nobel. Siendo así, no seré yo quien descubra ni teorice sobre nada nuevo, por absoluta y manifiesta incapacidad técnica e intelectual.

Parece claro que, al menos en el caso español, el papel del estado necesita un cambio, más o menos radical ya que su forma de gestionar "lo público" es incompetente e ineficiente hasta límites inimaginables. Eso no quiere decir que el estado no deba cumplir su labor, que es justa y necesaria (defensa, educación, justicia, sanidad...), ni tampoco que sea la empresa privada la encargada de "re-distribuir" la renta, que es negociado del estado.

Pero parece necesario replantearse el modo en que funciona la obsoleta maquinaria del estado, que pierde aceite, consume mucho, contamina, está sucia y es maloliente. Y digo la maquinaria, no sus operarios. No dogmatizaré a los funcionarios, que no me creo que sean ni unos incapaces, ni unos vagos ni nada que se le parezca, simplemente están mal dirigidos.

En "esta España mía, esta España nuestra", además, sucede que el gobierno, a parte de todo esto, le ha puesto dos cuernos rojos y rabo a la empresa privada, señalándola como culpable de todos los males (paro), como insolidaria y como oportunista. Dándole un papel que creo que no se merece y de paso, quitándole alguna responsabilidad que sí debería asumir.

A ver cuándo nos damos cuenta que una empresa NO puede asegurar puestos vitalicios, no es su función. Una empresa puede dejar de contar con sus trabajadores y eso es lícito y moral. Por desgracia, las empresas trabajan en entornos competitivos, flexibles, dinámicos, etc... y necesitan ajustar sus recursos a esa vorágine, por lo tanto un trabajador que hoy sirve, mañana puede que no. ¿Es necesario demonizar a la empresa por eso?.

A cambio, sí debe asumir otras responsabilidades en la sociedad, como es, si no asegurar el empleo, sí asegurar la empleabilidad. Es decir, debe exigirle que forme a sus trabajadores para que cuando sean prescindibles puedan encontrar y ocupar otro puesto de trabajo, y si puede ser, que sea un puesto mejor. El camino más inmediato es la formación.

Esto, que es pura teoría que suena bien, supongo que tiene una implantación más difícil de lo que a priori parece, pero..., ¿por ser difícil lo vamos a dejar de hacer?.

Mientras tanto, todos los políticos echando balones fuera, unos minitiendo de forma contínua (la crisis no existía, y cuando existió era un problema de fuera que se resolvería cuando lo de fuera se arreglase) y los otros en la postura fácil de la negación de todo. ¿No se podrán sentar un sólo día a pensar cómo buscar caminos comunes de mejora?.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La inamovilidad de los funcionarios se basa en asegurar la plena independencia en sus funciones. El problema del Estado radica en los puestos de libre designación, en la cantidad de asesores que no tienen ni idea del derecho administrativo... y va a ir a peor si se consolida la idea de introducir al personal directivo profesional, conforme al Estatuto Básico del Empleado Público, verdadera puerta para que todos los ejecutivos de la privada pasen a gestionar las arcas públicas.

¿Solución? Evaluaciones a todos los Administradores Públicos y ninguno sin oposición.

No estudié 5 años para acceder a un grupo A y que mi máximo superior tenga sólo la educación básica.