lunes, 23 de febrero de 2009

Dimisión

Bermejo dimite y el resto admite. Será al revés, seguro. Me imagino que Bambi, que no quiere ser cazado y menos por alguien sin licencia y que en realidad tiene un puño de hierro escondido en un guante de seda, habrá decidido hace tiempo y que ahora se escenifica una dimisión por aquello de la dignidad política.

Y es que dimitir está bien, parece un ejercicio saludable, pero la sucia mancha de la politización todo lo estropea y del decoro a la indecencia sólo hay unos votos.

Uno con ataque de ansiedad y el otro despedido, mal ejercicio de estética, la que tampoco tuvieron en su jornada campestre. Y ya sabemos lo de la mujer del César.

Y a Solbes "le da envidia" porque él también quiere ser "ex".

En esto llegan los indios de la gaviota y para que nadie les vea sus vergüenzas "se chivan" y señalan a su compañero con el dedo. Bochornoso espectáculo marujero del "yo lavo más blanco".

¿Y de lo mío, qué?. Pregunta gótica del atónito ciudadano que cada día entiende menos. Se pelean por la guinda y otros les comen el pastel.

Dimito.

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