miércoles, 25 de noviembre de 2009

Martinamor

Escribo menos por aquí, supongo que irá por rachas. Y cuando pienso en escribir lo primero que me pide el cuerpo es contar todo lo que disfruto viendo a Martina, viendo como crece, cómo se va relacionando, cómo descubre y disfruta con cosas que a nosotros nos son insignificantes.

Cada día me cansa un poco más hablar de temas profesionales; me cuesta y me aburre.

Por otro lado no me atrae utlizar este blog como medio para contar lo estupenda que es (Martina), cualquiera que lo haya vivido sabrá lo cansinas que se hacen las versiones monotemáticas del niño/a de turno (y si no, basta con observar la sala de espera de pediatría), hay un punto de posible histerismo en todo esto que me hastía.

Dicho esto, bromas del destino, el otro días viajaba de Salamanca a Plasencia por nuevos tramos de autovía que habrán abierto hace poco y veníamos comentando que parecía como si de repente hubieran aparecido nuevos pueblos antes desconocidos. Es una carretera por la que he conducido muchas veces y sin esperarlo me encuentro con un montón de cosas nuevas... por ejemplo un pueblo que se llama (y aquí viene la broma del destino) Martinamor. Y, ¡chico!, no me he podido reprimir en contarlo. De repente me vi allí reflejado, fue un pequeño guiño metafórico de la sensación que traía al volver de un intenso fin de semana observandola.

Y ahí está y estamos, a punto de cumplir los 5 meses más maravillosos que nunca he vivido

2 comentarios:

Anónimo dijo...

!Qué descripción haces...!

Me encanta leer, una y otra vez, lo encantadora y preciosa que es Martina para tí. Yo creo que es un angelito del cielo.

Susana dijo...

martinamor es la salida de la A-66 para comerse un buen bocata de jamón ibérico en el Cuatro Calzadas.
Ah! yo tampoco me canso de escuchar las maravillas de martina ni de hablar de las de mateo.
Un beso amigo.
rodri