Silbidos

En la finalísima de la Copa del Rey hubo sonido de viento cuando el himno, TVE se encargó de poner el ventilador y esparció el problema.

Ya se esperaba y todos estábamos pendientes de arrearle un martillazo a las dos aficiones, los dos clubes y las dos comunidades autónomas. Como si (las aficiones) estuvieran allí con representación soberana dictando sentencia por todos los demás.

Sentencia la dictan las urnas, así que no exageremos con lo que pasó (cientos de tertulianos y columnistas están afilando sus lápices). Además, "ir en contra" es más divertido, así que para muchos silbar sería algo "festivo" en medio de la borrachera futbolística.

Por último, un silbido suena más que un aplauso, con lo que es más fácil armar jaleo así.

Dicho esto, España seguramente tiene un grave problema de modelo de estado (como muestra los silvidos) acuciado por el integrismo convenido de algunos políticos. He aquí una posible causa del problema: ¿los políticos de turno?, no; el poder que los ciudadanos les delegamos.

Leía esta semana a un sociólogo que decía precisamente esto; los cuidadanos cada vez participan menos en la realidad de sus barrios y cuidades, lo que supone una inhibición de la responsabilidad que soltamos en pocas manos que se llenan así de poder. Se deshacen con ello órganos (asociaciones, etc...) que vertebran la realidad social y que sirven de elementos de seguimiento y control del poder político. Es difícil que los objetivos políticos y sociales convergan cuando sólo nos vemos las caras cada cuatro año; es un modelo que se va pervirtiendo.

Por cierto, mucho silbido mediático y mucho bombo, pero el comportamiento general de las aficiones fue ejemplar en muchos aspectos, ¿de eso no se acuerda nadie?