viernes, 10 de junio de 2011

El camino de lo sencillo

Ayer chupinazo de la fiestas de Plasencia. La ciudad cambia el aroma radicalmente.

He vivido el inicio de las ferias con la ilusión de ver a Martina en medio de las luces, muñecos descosidos y niños hiperactivados.

Y observándola reviví lo que algunas veces ya he sentido: el placer de lo sencillo. Ver cómo se le iluminan los ojos con unas pompas de jabón, con unos fuegos artificiales que no alcanzaba a pronunciar del todo bien, con un "aivón" que le hace su papá o con un globo que pinta con el "boligafo del médico" es una bajada en picado a una realidad que ella acomoda a su inmensa sencillez. Conmovedor.

Estes letras no son aptas para diabéticos, lo se, pero verla aguantar el sueño para ver una y otra vez un tren con una bruja horrorosa a la cabeza es una sensación que no pienso dejar de saborear ni un minuto.

La feria tiene magia, a pesar de ese contraste de vendedores y patera, de aroma nómada, de luces y camiones chatarrosos que te dejan un vacío extraño.

No hay comentarios: