viernes, 20 de mayo de 2011

Crónica de una parto no anunciado

Esa noche debía oler diferente, con ese olor imperceptible que debió susurrar a su madre que algo estaba a punto de pasar.

Ella se perfumó para la ocasión. Lo sabía, no lo conocía.

Y antes de acunarnos en un nuevo descanso comenzaron algunas contracciones. Al tumbarme sólo me pasaban por la cabeza dos cosas: que todo fuera bien y qué pensaría Martina al empezar a convivir con su nueva hermana. Me preocupaba. Sentí emoción y miedo.

El despertador, el de siempre, la llamada de Martina reclamando el inicio de un nuevo día. Miré a mi derecha y pregunté para conseguir la respuesta esperada: "toda la noche con contracciones". Seguramente inspiré para dármelas de "enterao" que se toma estas cosas con calma; lejos de la realidad.

Martina rápidamente niquelada y a su "guarde".

Esperamos hasta las 10:30 en casa por capricho del repartidor de Mercadona y subimos al hospital a pasar la revisión regular de monitores. Eran las 10:50.

Me senté en esa confluencia de pasillos donde Martina se hizo eterna sabiendo que a Raquel la atendía esa ginecóloga airada que tan poco nos gustaba. Eran las 10:57 cuando Raquel entraba a monitores.

Cruce trepidante de sensaciones, la espera no está pensada para mí. Alguien nos regala un caramelo: a las 11:43 veo entrar a Petra, la comadrona que atendió el parto de Martina, una diosa para mi santuario. Me siento más tranquilo.

Pasa un rato largo y por fin me llaman para entrar a la consulta de la ginecóloga: efectivamente estamos de parto, probablemente nazca hoy, día 4 de mayo, nos citan para última hora de la tarde.

Vuelta a casa, las contracciones cada vez son más fuertes. Raquel ni come, yo levito nervioso. A las 15:25 no puede más: al hospital de nuevo.

Entramos como a las 15:30, por la inhóspita sala de urgencia. Raquel a la silla, de ahí a camilla y a paritorio.

Nueva espera. Solo.

¿Eres el marido de Raquel?.

¿Quieres asistir al parto?
¿Ya?
Pues ponte esto. Raquel está algo nerviosa, no la pongas más

Me enfundo de verde y entro. Raquel pasaba sus peores momentos. Enseguida coge fuerza y de la sala de dilatación directos a paritorio. Antes me he lavado la cara para coger fuerzas.
A las 16:21 Jimena estaba en las manos de Raquel. Yo haciendo malabarismos con el móvil para sacar fotos y apuntar lo que me decían. Se parecía a Martina, pesaba 3.340y medía 51 cms.

Raquel había vuelto a demostrar porqué se merece ser la madre de las dos mejores niñas del mundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es que...,me encanta leer lo que escribes, y además, ese elogio para Raquel, qué contenta estará. Pero sinceramente son dos preciosas niñas y merecedoras de unos padres como vosotros.
!Enhorabuena!