Ayer por la noche salí a correr y de repente sonó en mis auriculares una canción cuyo estribillo decía eso; "fast food, fast life". Ésta en concreto es una canción con unos años de vida pero cuyo mensaje ahora es de plena actualidad.
Tiene mucho que ver con el sentido de la "sociedad low cost" que hemos ido construyendo, donde el acceso a cualquier bien o servicio antes inalcanzable se ha vuelto casi una necesidad, y que ahora parece estar en plena crisis de identidad.
Hemos pasado de las bicicletas del verano a sol de Ipanema, del remendón a los pantalones Gucci y de las croquetas con las sobras del día anterior al Bulli. Vamos, eso, que "sin tetas no hay paraiso"
Y esto, que seguro que cuenta con un montón de aspectos positivos, en una sociedad como la nuestra puede que adormezca a quienes no hemos vivido otra cosa.
Ahora si el trabajo no está cerca de mi casa, si el horario no es el perfecto y si mi coche no es nuevo, no vale. El acceso low-cost y fácil nos acomoda y es que ha habido unas generaciones "bisagra" que han catalizado una cambio de usos y costumbres con unos valores asociados que ahora tiritan: El del fast food, el fast life, el consumismo salvaje, el trabajo precario, el mileurista, el endeudamiento, la flojera, el hedonismo, la inmediatez, la comparación...
No se trata de volver a valores de "pobreza y abnegación" si no de encauzar los actuales a un entorno donde ganen significado otras vistudes diferentes y más acordes al siglo XXI y que a lo mejor tengan que ver con la ecología, el humanismo, sostenibilidad, ...
miércoles, 11 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario