Ayer descreí de Murphy y de sus patéticas leyes. Coleccionar los típicos "me tenía que pasar a mi", "para colmo" o "tenía que ser hoy" es como llenar de piedras tu maleta.
No se trata del vomitivo optimismo fingido de aquellos que se defienden de la realidad con una careta de cartón, si no de buscar la luz que finta las tinieblas que muchas veces nosotros mismos nos pintamos.
El coche lleva en el taller desde el lunes (debe estar pasándoselo bien por que no parece que tenga ganas de salir) y ayer al irme a casa después del trabajo mi moto se puso envidiosa y pataleó. Ella también quiere ir al taller y si nosotros de pequeños comíamos tiza para que nos subiese la fiebre ella fingió un "mal de batería", lo típico.
Total, que era de noche, hacía frío, estaba cansado de todo el día, un poco resfriado y encima sin coche ni moto ni acceso fácil a transporte público.
Y como la costumbre se sube al trono de la ley en cuanto la dejas, enseguida pensé en que "¿qué más me puede pasar?, Murphie sobrevuela mi cabeza"
Y sin pensarlo me puse a andar a casa, y enseguida decidí ir andando por que total... no está tan lejos, hace frío, sí... pero no tanto, además no llueve ni hace viento y un paseo largo me puede sentar bien, igual me sirve para airearme un poco y para dormir mejor.
Y dicho y hecho, estuve una hora andando, pensé en escribir estas líneas, vi escaparates, gente... y concluí que a Murphy se le puede dar una patada en el culo con sólo tener un poco de buen ánimo.
jueves, 15 de enero de 2009
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