Frase lapidiaria del animal mediático de Tele5: Karlos Arguiñano. La dijo hace ya tiempo y no me la quito de la cabeza.
Más ahora, con el tsunami desinformativo que nos asola.
Entre escuchar a los advenedizos de la apocalipsis, los lagarteranos de la economía y los de la pandereta financiera y girar el dial para tatarear compases no hay color.
No voy a poner palabra a la música, pero como arte que es me resulta inspirador, conmovedor, motivante y evasivo.
Entre sus infinitas variantes me quedo con el Rock, palabrote demasiado amplio que acepto en todas sus versiones. Y me gusta porque es descarado, subversivo, rompedor, juvenil, inconformista, divertido, oscuro, saturado, desgarrado, inquietante, atrevido, maleducado, caótico, canalla ...
Puestos a aconsejar, apuesto a valor seguro: Sex Museum. No descubro nada nuevo, ya supongo, pero pasados varios años tras haber babeado viéndolos en directo, han vuelto a mi vida en forma de recopilatorio. Rock garaje sin más (y sin menos), a veces con ablandamientos corales en pos de la armonización, pero muy buenos.
Entre tratar de entender demasiado la caída del imperio romano y un rato de música que cada cual elija.
jueves, 18 de septiembre de 2008
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